La habilidades para la vida, también llamadas competencias del siglo 21, no son nuevas, pero han adquirido una especial importancia en la actualidad. Son necesarias para una vida amable, solidaria, autónoma y productiva. Se refieren a la maduración en el buen obrar de las personas, a sus habilidades sociales y emocionales, a su capacidad de entenderse, de comunicarse, de administrar su vida, de resolver problemas y conflictos, de adaptarse, de ser creativos, de trabajar en equipo y de entender las diferencias, entre otras. Son necesarias para realizar bien cualquier tarea, trabajo u ocupación y pueden ser aprendidas o descubiertas, desarrolladas y compartidas con otras personas y en muchos ambientes.

 

El conocimiento técnico puede ser más o menos importante, pero las habilidades están en el centro de lo que haces. Sin ellas no podemos pasar de las ideas a los hechos y a lo mejor, sin ellas, no tendríamos buenas ideas. Las habilidades son reutilizables, no se desgastan, al contrario, se perfeccionan con el uso. Se pueden enseñar y se pueden aprender. Se pueden usar para muchas cosas, por ejemplo, comunicarse bien sirve para hablar con precisión y claridad en público, para establecer una negociación efectiva, para ser asertivos, para la resolución de conflictos.